josé alejandro dulanto santini

domingo, 22 de febrero de 2009

El periodismo como magisterio

Magister, en latino significa maestro. Maestro es toda aquella persona que enseña. Más allá del honor del grado académico master, que muchas veces sólo representa el cumpolimiento d eun requisito a llenar en el currículum vitae u hoja de vida, el verdadero maestro es el que comparte sus conocimientos con la intención de educar a los demás.

Y se educa no sólo desde la ocupación de profesor, docente por antonomasia, sino que toda persona, desde su particular posición, cuando transmite conocimientos, es un maestro.

Es maestro el Juez, cuando en su sentencia imparte justicia y a la vez educa. El abogado que en sus brillantes alegatos recurre a la historia y a la filosofía, como propugnaban Luis Alberto Sánchez y Mario Bunge. El sacerdote, el pastor, el hermano, el apóstol, quienes unen la retórica a la fe, ayudando a los seres humanos para que encuentren a Dios.

El periodismo también, y con mayor razón, pues por su posición de comunicador social, que le permite llegar a gran número de personas al mismo tiempo, sea por la radio, la prensa escrita, la televisión, el cine o la Web, tiene la gran responsabilidad de educar mientras informa.

Cuando me inicié en los avatares de la ciencia de la comunicación, en un programa radial de mi colegio primario en la recordada Radio Fesa, ubicada en la avenida Mariscal Benavides de San Vicente de Cañete, fue precisamente con notas culturales. Más adelante, ya en la también añorada Radio Estrella del Sur, precisamente en un programa muy educativo denominado “Saber es Poder”, dirigido por Francisco Coll Canut, aprendí que el periodismo es magisterio.

El periodismo no consiste en efectuar campañas mediáticas para desprestigiar con mentiras, aprovechándose de una posición de poder político o económico, a tal o cual persona o grupo de personas.

El periodismo es fiscalización, es investigación, es denuncia, es información, pero también difusión de conocimientos.

Para ello el comunicador social debe estudiar todos los días al igual que los otros profesionales, pues sino cada vez será menos comunicador social.

La lectura cotidiana de humanidades, filosofía y literatura ayuda mucho, además, es obvio, del uso diario del mataburros o diccionario.

El hombre como ser que busca la felicidad

¿Alguna vez ustedes se han puesto a contemplar una pecera? Si lo hacen verán como esos animalitos llamados peces dan vuelta una y otra vez dentro de ella, sin más acvtividad que boquear, es decir abrir y cerrar la boca, abrir y cerrar la boca. Y abren y cierran la boza con una sola finalidad, la de alimentarse del plancton que el dueño de la pecera vierte en ella. Ni siquiera se preocupan de respirar pues las branquias lo hacen automáticamente. Para esos peces esa pecera es todo su mundo. El resto del universo no les importa, pues si saliesen de la pecera al mundo exterior, obviamente que morirían de asfixia y de deshidratación. Claro que si salen de la pecera en un recipiente con agua no les pasará nada, pero ellos no están capacitados para preparar ese recipiente y en todo caso esa situación va a depender del dueño de la pecera, no de ellos. Pero aún con lo limitado de su pequeño mundo, esos peces son felices dentro de su pecera. ¿Y porqué son felices? Son felices porque viven naturalmente, cumpliendo las leyes que rigen el universo, leyes que dió el Creador. Ellos comen, beben, respiran y se reproducen. No necesitan más. Y como no necesitan más no tienen idea de lo que es riqueza material ni poder. Y por esos son felices.

Pues la riqueza material y el poder, cuando son considerados fin y no medio, se convierten en dioses que reemplazan al Creador. El hombre que quiere acaparar riqueza material y no la comparte o que con ella no crea fuentes de trabajo, es una persona que atenta contra el primer mandamiento de la ley de Dios “Amarás a Dios sobre todas las cosas”, pues al amar al dinero más que a Dios se está renunciando a Éste y considerando a aquél como su verdadero dios. Igual, aquella persona que busca el poder para cometer injusticia o inflarse de orgullo, también atenta contra el primer mandamiento. En este caso no sólo ha reemplazado a Dios por un objeto material, sino que él mismo pasa a considerarse dios, sin tener en cuenta que el poder que él tiene es efímero y que algún día tendrá que rendir cuentas de su proceder, no sólo ante justicia de esta Tierra, sino también ante la Divina. Por lo demás esta percepción viene de la dialéctica de Aristóteles, de la de San Agustín, y de la de Hegel. En efecto, Aristóteles nos informó que la lucha de contrarios en permanente en el desarrolllo de la humanidad, de allí que un poder terreno no es permanente ya que en su propia existencia está el germen de su destrucción. Allí están las profecías de Daniel, que en una secuencia dialéctica vaticinó la caída de Babilonia, de Persia, de Grecia e incluso de Roma. San Agustín autoriza al agredido a defenderse del agresor. Entonces si alguién en el ejercicio del poder abusa de otro, éste otro está legitimado para defenderse. Hegel, po su parte dice que la dialéctica es alterna y el que está en el poder ahora mañana no lo tendrá sino que lo ejercerá su opositor y así sucesivamente. Recordemos al Santo de Cañete, San José María Escrivá de Balaguer y Albás cuando en su obra Camino nos dice “En los demás no ves hermanos, ves peldaños. Presiento tu fracaso rotundo y cuando estés hundido querrás que vivan contigo la caridad, el amor, que ahora tu no quieres vivir.” Y esto ha funcionado de tal manera desde los inicios de la humanidad hace 52 000 años, cuando apareció el homo sapiens al cuadrado.

Entonces la felicidad no está ni en la riqueza material ni en el poder. Pero la megalomanía del ser humano lo impulsa constantemente hacia esas dos estupideces, sin recordar lo que desde siempre nos a dicho el Creador: “el hombre durante su peregrinaje en la Tierra debe comer moderadamente, beber moderadamente y estar siempre alegre”, “la seguridad de tus días en la Tierra no está en el tesoro que acapares ni en el poder que ejerzas, sino en tu confianza en Dios”, “Dios proveerá”, “no se preocupen de que comerán o de que beberán o que vestirán, ¿acaso no ven las flores del campo que no se preocupan y son las más vistosas?, ¿acaso no ven los pajarillos que no se preocupan y siempre se alimentan?.”

Ello no quiere decir que la actitud del ser humano en la Tierra debe ser pasiva. No. A lo que yo me refiero es que no debe haber preocupación sino plena confianza en Dios. Y teniendo esa plena confianza en el Creador hacer lo que Él nos ha ordenado, “desarrollar la Tierra” con el trabajo y con el estudio. Pero el trabajo y el estudio llevado hacia compartir con los demás los frutos de ellos. Allí radica la felicidad. Ese es el propósito de nuestra existencia. Eso nosllevará al Creador, y cuandoel ineludible día de nuestra muerte llegue nos presentaremos ante Él cargados de esos frutos, trabajo y estudio. Que pena van a dar los que se presenten ante el Señor con los frutos equivocados: riqueza material y poder.

La Tierra

La Tierra.-

Desde el fenómeno del big bang hasta la aparición de nuestro sistema planetario, es decir el Sistema Solar, trascurrieron millones de años. Como fruto de toda esa evolución material se formó nuestro planeta, y en él, durante la mayor parte de su desarrollo se dieron reacciones químicas y físicas puramente inorgánicas. Hasta que se dio un particular suceso. En una de esas tantas combinaciones se comenzó a generar el enlace del carbono, es decir la química orgánica y dentro de ella la vida. Sucedió hace unos tres mil ochocientos millones de años. La primera expresión de vida fue unicelular, seres que no podían distinguirse aún si eran vegetales o animales. Lo que sí es claro es que luego, al aparecer la vida pluricelular, ésta fue primero vegetal. Los vegetales pulularon primero en la hidrósfera, es decir en océanos, mares, ríos, lagos, lagunas, acequias, charcos, etcétera, para luego pasar a la parte seca de la Tierra. Posteriormente la evolución deviene en un estadío intermedio entre vegetal y animal, luego la vida animal acuática y terrestre, primero como bacterias, a fines de la Era Precámbrica, hasta llegar al hombre en la Cuaternaria.

La explicación de este fenómeno evolutivo apareció por primera vez el 22 de noviembre de 1859 de la pluma de Charles Darwin, en el libro titulado “El origen de las especies a través de la selección natural”, en el cual éste planteó el concepto de evolución de las especies a través de la selección natural y la lucha por la existencia. Según su teoría, el individuo mejor dotado sobrevivía y el más débil perecía. Pretendió dar una explicación humana a la creación, generando no menos de un enfrentamiento con los partidarios de la creación explicada en el Génesis.

“La idea general de la selección natural es que los descendientes de un organismo heredan aleatoriamente algunos rasgos de éste. Los rasgos que permitiesen la supervivencia del organismo seguirían reproduciéndose en sus descendientes, mientras que los que no lo hicieran tenderían a desaparecer. En última instancia, los cambios del entorno natural seleccionarían a los rasgos exitosos para la supervivencia, que se acumularían a través de generaciones y producirían los cambios evolutivos. Así no habrían cambios esenciales en las especies, pues estas irían mutando a través del tiempo, adaptándose a diferentes características del medio físico y generando, en plazos suficientemente largos, transformaciones radicales.”

Según Darwin existen cuatro mecanismos básicos de la evolución:
a.- Competencia.
b.- Mutación.
c.- Migración.
d.- Flujo genético.

La competencia entre individuos de la misma especie para usar de la naturaleza que le rodea, hace que los menos preparados físicamente cedan ante el ímpetu de los mejores favorecidos. En este mecanismo no interesa la capacidad cerebral sino más bien la condición somática. En el caso de los proboscidios los mastodontes y los mamuts desaparecieron cuando cambiaron los factores climáticos al final de la última era del hielo pues sus cuerpos no estaban preparados para soportar el aumento de temperatura. En cambio los elefantes sí lo estaban, por ello se mantuvieron sobre la faz de la Tierra.

Otra es la mutación de los genes. Individuos sin cola que aparecen en una comunidad de primates con cola. Ello con el tiempo hizo la diferencia entre simios y humanos.

La migración que genera la combinación de individuos de la población autóctona con la migrante. Es el caso del europeo que se unió al quechua generando al cholo.

Finalmente el flujo genético que influye en la reproducción de los individuos. De padres uno de ojos verdes y otro de ojos negros pueden resultar tres vástagos con ojos negros y uno con ojo verde, o los cuatro con ojos marrones.

“El pensamiento de Darwin trascendió el ámbito de las ciencias naturales y caló profundamente en la interpretación de la historia, de la filosofía y la sociología, generando, no pocas veces, peligrosos desvíos o, mejor dicho, subproductos, tales como la eugenesia, el racismo y más recientemente una visión reduccionista y carente de sentido moral de la naturaleza humana.”

lunes, 16 de febrero de 2009

AMIGA

Amiga
que sigo desde ese día
cercano y ya tan lejano
que te encontró mi vida
en la antípoda del verano.

Amiga
que respeto con amor
por tu calidad humana
que me hace decir sin rubor
¡eres una excelsa dama!.

Amiga
que admiro sin tapujos
por tu ansia de andar
junto a Dios ¡qué lujo!
eres digna de amar.

Amiga
a quien siento querer
no puedo contigo discutir
pues tu has de saber
que nunca te quiero herir.

Doncella
que sueño como el labrador
verte tendida cual tierra
y si yo tengo algún valor
dejar mi semilla en ella.

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