El periodismo como magisterio
Magister, en latino significa maestro. Maestro es toda aquella persona que enseña. Más allá del honor del grado académico master, que muchas veces sólo representa el cumpolimiento d eun requisito a llenar en el currículum vitae u hoja de vida, el verdadero maestro es el que comparte sus conocimientos con la intención de educar a los demás.
Y se educa no sólo desde la ocupación de profesor, docente por antonomasia, sino que toda persona, desde su particular posición, cuando transmite conocimientos, es un maestro.
Es maestro el Juez, cuando en su sentencia imparte justicia y a la vez educa. El abogado que en sus brillantes alegatos recurre a la historia y a la filosofía, como propugnaban Luis Alberto Sánchez y Mario Bunge. El sacerdote, el pastor, el hermano, el apóstol, quienes unen la retórica a la fe, ayudando a los seres humanos para que encuentren a Dios.
El periodismo también, y con mayor razón, pues por su posición de comunicador social, que le permite llegar a gran número de personas al mismo tiempo, sea por la radio, la prensa escrita, la televisión, el cine o la Web, tiene la gran responsabilidad de educar mientras informa.
Cuando me inicié en los avatares de la ciencia de la comunicación, en un programa radial de mi colegio primario en la recordada Radio Fesa, ubicada en la avenida Mariscal Benavides de San Vicente de Cañete, fue precisamente con notas culturales. Más adelante, ya en la también añorada Radio Estrella del Sur, precisamente en un programa muy educativo denominado “Saber es Poder”, dirigido por Francisco Coll Canut, aprendí que el periodismo es magisterio.
El periodismo no consiste en efectuar campañas mediáticas para desprestigiar con mentiras, aprovechándose de una posición de poder político o económico, a tal o cual persona o grupo de personas.
El periodismo es fiscalización, es investigación, es denuncia, es información, pero también difusión de conocimientos.
Para ello el comunicador social debe estudiar todos los días al igual que los otros profesionales, pues sino cada vez será menos comunicador social.
La lectura cotidiana de humanidades, filosofía y literatura ayuda mucho, además, es obvio, del uso diario del mataburros o diccionario.